Verónicas al declarar
Ya más recuperado del affaire del neumático se ha visto a Emmanuel. Aunque no sabemos si de la insufrible rueda de prensa que debió soportar. Esta vez le tocó al artista mexicano sentarse en el estrado y tratar de pontificar sobre los más diversos temas. Por supuesto, el Quinto Centenario y el Sida, con su correspondiente apartado: los preservativos.
Apareció vistiendo pantalones de cuero y una camisa muy sixtie. "Creo que es necesario una campaña prolongada para tratar de defender al planeta". Sin duda, alguno de los presentes había escuchado del apego ecológico del artista e insistió, majaderamente, en el tema.
Pese a la calurosa aglomeración existente en la sala, que no provocó precisamente aromáticas esencias, rió de buena gana, haciendo gala de una paciencia de santo. Y llegó parlanchín en esta ocasión. Se acomodó en la silla y dijo todo lo que quiso.
Hábil para esquivar algunas obsesiones periodísticas, recurrió a los chistes para salvar la barrera del Quinto Centenario. "No creo que sea justo juzgar a unos hombres por lo que hicieron hace 500 años". Elegante verónica. No se podía esperar menos de él.
Hasta la recesión norteamericana salió al baile. Y otra vez, asomó el integrante de Greenpeace para inquirir si realizaría un show ecológico. "Yo subo al escenario a cantar y no a predicar", exclamó entonces.
Calificó de vital la existencia de las fans. "Son una especie de termómetro; qué molesto sería que a uno no se le acercara nadie. Aquí, la situación de un público actuando dentro del festival era muy importante. Esa opción de la gente para elegir: queremos esto y no lo otro, era excitante para el artista. Era un reto", dijo tras explicar que se sentía extrañado por la ausencia de las antorchas que no sólo han desaparecido como galardón, sino también de las manos de los asistentes.
Apareció vistiendo pantalones de cuero y una camisa muy sixtie. "Creo que es necesario una campaña prolongada para tratar de defender al planeta". Sin duda, alguno de los presentes había escuchado del apego ecológico del artista e insistió, majaderamente, en el tema.
Pese a la calurosa aglomeración existente en la sala, que no provocó precisamente aromáticas esencias, rió de buena gana, haciendo gala de una paciencia de santo. Y llegó parlanchín en esta ocasión. Se acomodó en la silla y dijo todo lo que quiso.
Hábil para esquivar algunas obsesiones periodísticas, recurrió a los chistes para salvar la barrera del Quinto Centenario. "No creo que sea justo juzgar a unos hombres por lo que hicieron hace 500 años". Elegante verónica. No se podía esperar menos de él.
Hasta la recesión norteamericana salió al baile. Y otra vez, asomó el integrante de Greenpeace para inquirir si realizaría un show ecológico. "Yo subo al escenario a cantar y no a predicar", exclamó entonces.
Calificó de vital la existencia de las fans. "Son una especie de termómetro; qué molesto sería que a uno no se le acercara nadie. Aquí, la situación de un público actuando dentro del festival era muy importante. Esa opción de la gente para elegir: queremos esto y no lo otro, era excitante para el artista. Era un reto", dijo tras explicar que se sentía extrañado por la ausencia de las antorchas que no sólo han desaparecido como galardón, sino también de las manos de los asistentes.
Diario La Epoca, Febrero de 1992.
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